Antes de abordar el proceso de elaboración y ejecución de una vidriera, conviene tener presente la naturaleza intrínseca de los materiales que se usan y el efecto final de éstos. Lo que tiene de particular este soporte artístico es la transparencia de su elemento primordial, el vidrio. De hecho, el soporte del diseño no es sólo el efecto que produce el boceto en primera instancia, y la distinta suerte de pasos que el vidriero da hasta configurar la obra-elección de cristales, de colores, pintura, horneado, etc-, sino que todo ello esto sometido y prefigurado por el destino final de la obra: cubrir un hueco a través del cual se filtra la luz. Es un arte de luz y de color: el único basado exclusivamente en la luz natural para producir el efecto deseado. Resumiendo: la vidriera tiene su entidad propia, porque tiene un soporte diferente, unos pigmentos diferentes, unas técnicas diferentes y un comportamiento, respecto a la luz, completamente diferente y, por lo tanto, un funcionamiento plástico distinto a las demás manifestaciones artísticas, como la pintura, escultura, dibujo, etc.
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Realización del boceto
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2 pasos del boceto
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Por tanto, además de estudiar todos los pasos del proceso que vamos a explicar, el maestro vidriero centra su atención primordial en determinar el carácter del hueco que se va a cubrir; no sólo sus dimensiones físicas y su contorno, sino su orientación respecto al sol, cantidad y calidad de la luz que recibe a lo largo del día, tipo de iluminación si resulta ser un hueco ciego etc. En definitiva, todo cuanto elabore en adelante en su taller estará presidido por el efecto final: cómo va a reflejarse y filtrarse la luz en la obra y que matices, gamas, despliegues de color, se pretenden conseguir en función de esa fuente lumínica. Es decir, el artista "pinta con la luz", lo que le confiere a la obra un dinamismo intrínseco que el buen vidriero debe controlar y determinar al máximo, para que la obra se ajuste a sus deseos o a los del cliente.
El arte de las vidrieras cobró especial importancia en la época medieval, y a ella debemos el desarrollo de la técnica esencial. A pesar de la evolución de estilos y las distintas mejoras introducidas en algunos aspectos, los procedimientos de ejecución han cambiado muy poco desde entonces. Las principales diferencias se deben a la aparición de innovaciones técnicas, tales como las ruletas o instrumentos de corte-que sustituyen al antiguo hierro candente- y los soldadores eléctricos y de gas, a lo que cabe añadir una gama mucho mas amplia en lo que a tipos de vidrio y coloraciones se refiere.
Resumidamente, para crear una vidriera, primero se concibe el diseño en esbozo (el boceto) y después se dibuja a tamaño natural. A continuación se escoge el vidrio, se corta, se pinta y se cuece al horno. Finalmente se emploma y se instala en el lugar al que iba destinada.
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Eligiendo el color
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Dibujando a tamaño natural
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Existen actualmente dos tipos de vitrales o vidrieras, los de esmalte y los de mosaico.
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La vidriera esmaltada propiamente dicha se elabora a partir de una lamina de vidrio blanco o coloreado sobre el que se aplican ciertos pigmentos fusibles que se vitrifican al fuego; la superficie coloreada resultante no es completamente transparente ni aún a la luz más intensa. En este procedimiento, cuando es necesario realizar junturas con tiras de plomo, se disponen éstas en forma que queden disimuladas siguiendo los contornos principales del dibujo o figuras.
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Sin embargo, el único método satisfactorio de construir vidrieras es el denominado de mosaico, que en líneas generales se realiza del siguiente modo. Se comienza por el estudio general del proyecto, a veces en colaboración directa con el cliente, determinando los temas, su ubicación etc. De ello nace como resultado el boceto, que es un dibujo a escala manejable del aspecto final de la vidriera, frecuentemente coloreado y en el que se prefiguran e indican ya las líneas de emplomado.
Con el boceto definitivo se empieza ya a trabajar en la ejecución del vitral. El primer paso es trasladar el dibujo o motivo representado a escala natural, trazando sus líneas sobre cartón o papel; normalmente esta operación la hace el propio artista o dibujante.
Una vez hecho el dibujo a escala 1:1, se procede a la elección del vidrio: su carácter y color, con arreglo a las indicaciones del boceto. Elegidos cada uno de éstos, se va señalando en el dibujo, con un código sencillo, la indicación de los colores. Sobre el cartón se perfila una especie de mapa que determina las diferentes partes del mosaico, y en el que se encuentran ya determinadas la anchura y espesor de las tiras de plomo que irán entre pieza y pieza.
El vidriero realiza entonces las plantillas de corte; o sea, recorta con las mismas dimensiones cada una de las piezas que componen el vitral. Con esas plantillas ejecuta el corte de las piezas en planchas de vidrio de distintos colores según la especificación del dibujo, teniendo buen cuidado de mantener siempre la plantilla por encima del vidrio, para evitar que, sin querer, cuando algunas piezas se repiten (como los rombos o los cuadrados que componen un fondo) este patrón se vaya recortando poco a poco y de lugar a piezas desiguales. Por ultimo, una vez recortada, la pieza se compara con el modelo para evitar errores, pues de la precisión del corte depende, en gran parte, el montaje definitivo.
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Dibujando sobre el caballete
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Emplomando
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A ntiguamente el vidrio se cortaba con un instrumento de hierro, cuya punta se calentaba a fuego; una vez realizada la línea se procedía el corte propiamente dicho con el hierro de quebrar, un sencillo instrumento con una muesca que iba quebrando el borde de la pieza siguiendo la línea de corte. En la actualidad se usan dos tipos de útiles mas perfectos: por un lado la punta de diamante, que normalmente se utiliza en el trazado de líneas curvas, y por otro la ruleta para cortes rectos. Esta ultima es la mas usada actualmente, que realiza una incisión haciéndose girar al presionar sobre la superficie. En ambos casos, si el vidrio no se suelta al principio, a continuación se quiebra presionando con las manos o, si el corte es dificultoso, ayudándose con unos alicates de punta cuadrada.
Una vez cortadas, las piezas que lo requieren, según el diseño original, pasan al pintor. Este procede a pintar, en primer lugar, las líneas principales con un esmalte opaco sólido, cuya materia colorante esta formada por un oxido de hierro (aplicación de la grisalla). Con este procedimiento se determinan las líneas de dibujo, añadiendo detalles a los rostros, mantos, cenefas y enmarques. No se trata pues de "pintar el vidrio", por cuanto se trabaja con vidrios de color, sino de añadir matices y elementos imprescindibles de dibujo. Igualmente, es tarea del pintor encargarse de la aplicación del "amarillo de plata", un compuesto de plata, por lo general nitrato, que al fundirse con el vidrio, proporciona a éste un color amarillento, que va desde el pálido al naranja intenso.
La operación de pintado se lleva a cabo tanto en el banco de pintar, ayudándose de un "tiento" o pieza de madera que facilita firmeza en el pulso (normalmente los detalles y líneas de dibujo), como en el "caballete". En este otro lugar, por lo general, se ocupa el pintor de sombrear ligeramente las líneas del perfil con el mismo color opaco, utilizando el procedimiento de lavado o esgrafiando ligeramente los trazos, como en el dibujo de blanco y negro sobre el papel. A veces se "pican" las sombras con el extremo con el extremo de una brocha ancha, al objeto de levantar parte del color. En cualquier caso, la finalidad del sombreado es "dar a las sombras la claridad y al vidrio la translucidez que requieran las exigencias expresivas del asunto representado". Durante estos procesos de pintura se hacen necesarios dos o tres vitrificados al fuego, hasta conseguir los efectos perseguidos y asegurar duración a la obra.
Pero además de la pintura, existen otros métodos para añadir matices al resultado final, como el grabado. Si se desea grabar sobre el vidrio se utiliza fluorina en forma de ácido fluorhídrico. Con este procedimiento pueden obtenerse dos colores en una misma pieza: mas intenso la parte que se ha preservado del ácido, y mas pálido aquella que se ha sometido a su acción.
Antes del emplomado se montan las piezas, como si fuera un puzzle, con objeto de estudiar el efecto y hacer las correcciones oportunas.Terminados estos procesos, el vidrio vuelve al banco del vidriero, que se encarga de emplomarlo; es decir, de ejecutar el ensamblado definitivo de las piezas con fleje de plomo soldado en las junturas. Sobre el dibujo a escala, en el que van señaladas las piezas y sus respectivos colores, el vidriero empezara a montar por un extremo, encajando el borde de cada pieza en una tira de plomo maleable que va adaptándose a su contorno. Esta tira tiene una sección en H, entre cuyas pestañas se inserta el borde del vidrio, hasta tocar el alma del plomo, que tiene la misma anchura que las líneas de corte (aproximadamente 1,5 mm).
Las herramientas de emplomar son sencillas. En primer lugar se dispone de un ligero martillo, con el que se clavan los listones de enmarque previo del panel. Se coloca la pieza de vidrio y se hace entrar hasta el fondo del plomo, dándole golpecitos secos y cuidadosos con la paleta de montar, cuyo mango está lastrado con plomo. A continuación se corta con la paleta una nueva tira para el extremo libre del vidrio colocado, se abren un poco los bordes con una cuña y se la introduce, afirmándola con unos cuantos clavos para que no se desplace. El proceso continua así hasta terminar el panel. Los principales cuidados del vidriero en esta fase están en regular y sujetar firmemente el ensamblado, a la par que mantener en todo momento y con la mayor precisión posible las líneas del patrón o dibujo subyacente; si no lo hiciera, el dibujo se iría desplazando imperceptiblemente, provocando un desfase de la vidriera y haciendo inviable su ajuste al panel. En ocasiones, suele ser preciso realizar un retoque de las piezas, para que coincidan exactamente con en proyecto original, o incluso introducir delgadas tiras de plomo en los lugares donde ha quedado demasiado corto.
Acabado el montaje, se cierran las junturas y se procede a soldar las tiras que convergen con un instrumento de punta de cobre. Cuando se han soldado las juntas de un lado del panel, se le da la vuelta cuidadosamente y se repite el proceso por el otro lado.
Lo normal, para dar al panel una mayor consistencia, es aplicar un poco de cemento, a modo de masilla, para rellenar los posibles huecos entre vidrio y plomo. Una vez que este último elemento ha endurecido, la vidriera puede colocarse en su lugar, donde se refuerza por medio de tirantes de hierro. En los vitrales de mosaico, lejos de disimular el plomo de sostén, se aconseja que la línea del plomo rompa la superficie de la obra, cuidando siempre que su dirección armonice con el conjunto.
En ultimo termino, en los tiempos modernos, nuevas técnicas y nuevos materiales han ampliado la gama de vidrieras posibles. La más temprana y conocida de todas ellas es la vidriera de cemento, algunos de cuyos ejemplares más antiguos datan en España de antes de la guerra civil. Sin embargo, no se popularizaron hasta después de la contienda, convirtiéndose a partir de esas fechas en uno de los recursos más comunes en materia de vitral.
En lo que se refiere a su ejecución, la vidriera de cemento comparte los mismos pasos previos que la vidriera mosaico o esmaltada. Cambia, sin embargo, la técnica pictórica, variando los métodos según los talleres y el artista. Por un lado, no suele pintarse, aunque si matizarse; es susceptible de someterse a grabado con ácido o, incluso, se realizan en el vidrio raspaduras, desportillados, etc, para obtener distintos sombreados y gamas. Pero indudablemente, en lo que resulta más divergentes, es en el soporte de cohesión del vidrio: aquí el cemento sustituye al plomo, aunque existen vidrieras contemporáneas que combinan ambos materiales.
Para realizar el ensamblado de las piezas, se coloca un fondo impermeable, con el patrón de la vidriera. Sobre él se disponen los vidrios ordenadamente, conforme al diseño elegido. Una vez situados, se realiza en torno a él un marco que reproduce las dimensiones externas del panel y que actúa a modo de encofrado, conteniendo la masa de hormigón. Cuando está listo, se colocan entre las baldosas de vidrio barras de hierro, que armaran el cemento liquido que se vierte encima. Lo normal, además, es someter el panel a vibración, para extraerle las posibles burbujas de aire y para que rellene todos los huecos libres. Una vez seco el material (3-4 días), puede retirarse el molde o cajón del contorno y proceder al traslado del panel.
Cuando, en vez de cemento, se utilizan resinas, la preparación es la misma, aunque no es necesario reforzar el panel ni someterlo a vibración. Sin embargo, ambos materiales admiten ser coloreados, si así se requiere.
Para terminar, les ofrecemos una comparativa de la vidriera tal y como se vera colocada y su visión a contra luz donde se puede observar el trabajo de emplomado.
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Comparación
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Trabajo de Emplomado
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Para una información más gráfica pinche en este enlace https://www.facebook.com/media/set/?set=a.1402666039946513.1073741831.1398236117056172&type=1 y podrá ver en imagenes paso a paso todo este proceso más detalladamente.